sábado, 15 de agosto de 2009

eL filo de tu espa(L)da


Caminaban de la mano por el jardín, se tiraban al pasto y se abrazaban como niños, se besaban hasta cansarse, se amaban y cerrando sus ojos ya se extrañaban, respiraban del mismo aire, nariz con nariz en una intimidad absoluta, el le mordía sus labios, ella respondía con sonrisas y le decía te quiero. La música de su voz envolvía al amor y en sus besos se detenía el tiempo, esperaba por ella cada tarde en la puerta de su casa y salían a volar y recorrer el mundo, soñaba tenerla en sus brazos cada día, cada noche, cada mañana, soñaba despierto, soñaba soñando, ella le respondía construyéndole sus sueños, ella lo amaba mas que a su propia vida.

Un amor silencioso i oculto, un amor de dos, sin medidas ni maldad, un amor de inocentes que solo eran culpables por quererse escondidos de los demás, amantes ocultos bajo las estrellas sobre el mar. El nunca pensó amarla tanto.

Lo tenían todo para ser felices, pero ella cambió – o la hicieron cambiar-, las miradas al suelo y los ojos perdidos, las manos entrelazadas ahora se rozaban, los abrazos esquivados por el vacío de sus cuerpos, sus labios parecían trozos de hielo, silencios eternos que rompían paredes, las distancias de sus palabras cubrían el cielo, el cariño en el suelo, pisoteado, la flor marchita por la indiferencia de aquella mujer, la historia se derrumbó.

Ya no busco razones, prefiero mentiras esta vez, alguna que deje tranquilo el corazón, o alguna que lo haga explotar y descansar en paz. Es tiempo de callar.

Ella mató al amor con el filo de su espalda. Y yo me fui con él. Agonizando.

lunes, 9 de febrero de 2009

Tu Ventana




Abrí los ojos y estabas ahí, rehusándote a abrir la ventana, decías que le tenías miedo, que era un abuso observarte, que prácticamente era una ñoñeria y que te incomodaba, que bastaba con solo hablar y escribir, que no tenia sentido.

Debieron pasar cerca de 50 años en que insistí visitarte en tus vírgenes aposentos, y yo seguía ahí, incluso de pesado lo hacía, casi atrevido, intentando traspasar la barrera de tus manos que mantenían con llave la ventana. Me preguntaba que tratabas de esconder tan celosamente, corrían en frente de mis ojos mil escenas, espacios y lugares.

Me pregunté también como eras en tu refugio, y no tardaron en llegar las respuestas, obviamente siempre tuve la ilusión de conocerte, de saber si eras o no aquel ángel que constantemente aparecía en mi almohada, ya que esta se roba mis sueños y al despertar no me acuerdo de nada, menos mal, estaría loco.

El soñaba con verte, inmaculada, un tanto nerviosa, invadida por el lente, insegura y un poco nerviosa y haciéndote la interesante, de hecho lo haces y sonríes siempre, pícara y sensualmente aunque digas que no es así, y que lo mirabas a través de tu chasquilla, desde lo profundo de tus grandes ojos y la verdad es que si, el moría cada vez que lo hacías. Pero esta vez no había chasquilla, de haber tenido tu pelo negro largo separado en ambos costados de tu cuello, lo arreglaste para dejar en evidencia la hermosura y brillantez de tu piel.

Esta impávido, casi estúpido tratando de dibujar la silueta de tu hombro llano, descubierto por tu pelo, donde contadas veces ha caído, deslizándose tu polera, tu pijama, no te das cuenta, pero le has provocado que admire con mas detención tu cara, tus ojos, tu boca, y se le apreta la guata pensar que te podría besar, tus labios, tus hombros, tu cuerpo una vez mas, ríe de nervioso, suda.

Lleva horas observándote, admirándote como una estrella fugaz, no para de sonreír al notar que sabes que te mira, juegan a mirarse, se hacen los locos, los interesantes, pero viven pendientes, uno con el otro, así de cómplices.

Ya habías perdido todo el nerviosismo provocado por aquel lente invasor, te desenvuelves de una manera tan natural que hasta el mas insensible de los mortales sucumbiría, y lo bueno es que no te das cuenta, y el se vuelve mas loco, mas detenidamente te observa y no para de sonreír y trata de despistarse escribiendo un cuento, escucha su música, se enreda, se pone nervioso y lo único que piensa es en que no cierres tan pronto la ventana.

Mueves tu pelo, incluso yo diría, para embobarlo, quizás es sin intención , pero lo embobas cada vez que descubres mas aun la parte que va desde la línea de tu hombro hasta el costado derecho de tu cuello y lo miras y lo provocas, quizás con esa naturalidad que te caracteriza en estos momentos, inconcientemente.

No quiere que te vayas susurra, es tan adicto a ti, como a su droga favorita, podrían estar noches enteras juntos sin aburrirse (eso ni yo lo se, pero es probable que así sea) hablando estupideces y otras no tanto, descubriendo esa atípica amistad que los une, descubriéndose los dos, juntos y por separado y ninguno sabe porque lo hacen.

El te extraña y eso lo sabes, se extrañan y ambos lo saben, y no hacen nada, un tanto absurdo, las reglas de la vida imponen ciertos respetos, pero en las manos esta infringir la ley, no en sus cabezas ni en sus palabras y eso lo saben y eso les pesa, le pesa la distancia pero mas les pesa la cercanía, porque saben que se unen cada vez mas mirándose con la verdad, que su amistad ya sobrepaso los límites (eso lo saben bien) y se jactan de tener ventaja, de sus vidas y de lo que les pasa juntos, porque separados lo único que les pasa es que se extrañan.

Y así, tu en tu ventana y yo en la mía, pensando que estas viendo de mi, lo sé, parezco idiota talvez, esperando que nunca llegue a destino aquel disco que te regale, estirando lo mas posible la conversación, y te veo caer en sueño y no puedo hacer nada mas que resignarme, a levantarme mas tarde, a dormir menos o ver la película que aplacé.

Tanto tiempo que no se ven y aun le suceden cosas, a ambos.

viernes, 6 de febrero de 2009

La razón del Viento




Hasta el traje me quedo grande y no era mi color favorito, hubiese preferido uno un poco mas oscuro,  pero no había mas que hacer, comprado ya estaba y listo para la ceremonia. Años que no veía tanta gente ordenada, algunos incluso con lentes de sol, mientras llovía a cantaros afuera. Los miraba tranquilos tras las puertas, soñaba el cielo y poder acercarme, soñaba incluso tus caricias, hacia frío, sentía mi cuerpo congelado, ya no sentía mis manos ni mis dedos  y los vidrios de mi ventana no se empañaron.

El fuego iluminaba el salón y derretía las asperezas y rivalidades del Viento, calmaba las tensas conversaciones de vagos recuerdos y escasas alegrías que se mantenían enfundadas en los bolsillos llenos de manos vacías, sudadas del nerviosismo mismo de la fiesta sorpresa sin invitado principal. Esperaban por mi, algunos sentados otros de pie, se miraban las caras otros los ojos, algunos sabían que no iba a llegar mientras unos cuantos esperaban que abriera las puertas, abrazara a cada uno de los presentes, incluso tu, que hace unos cuantos años no hablamos, esperabas por mi, lo mínimo que podía hacer era saludarte y abrazarte, decirte que lo sentía estaba entre mis dientes a punto de salir, pero no era el momento, era mi momento, mi fiesta.

Dios me mira de reojo y el Diablo me tienta a continuar con la fiesta, ambos discutían donde debía terminar la celebración, ambos caminos eran alejados de la ciudad, uno al Este casi en las montañas, donde nace el sol y descansan las estrellas, el otro al Oeste donde muere el día y duermen los botes en el horizonte, yo sabia que entre los 3 no podíamos continuar, el solo decidir haría que el Viento rompiera los espejos, o sea, habíamos 4 invitados y 2 que no se podían ver. Poco tolerantes. Mientras me tomaban de los brazos, mi alma moría de risa porque se peleaban por mi estos dos caballeros, cada uno en su caballo, uno de ellos blanco y el otro color sombra,  con sus respectivas vestimentas, espadas y demases, el Viento solo se dedicaba a tomar apuntes de lo que ocurría, llevaba cerca de 16 hojas cuando en un abrir y cerrar de ojos, la comunión de los enemigos causó el quiebre de mis sentidos casi extintos, una luz atravesó mis manos, casi exclamando un dolor, que parecía destruir la historia, la eterna historia de aquellos inseparables personajes. Cayeron las nubes al mar, ahogándose en una paz absoluta se dieron por vencidas, el sol clamó paciencia mientras se apagaba, no lo podíamos creer, la verdadera fiesta estaba por comenzar.

Se pusieron en mi contra, jactándose de sus propias y separadas vidas, carcajadas disonantes arañaban mi traje nuevo, las flores marchitas por la pena de aquella decisión y de aquella indecisión mía de resolver la dirección correcta, aun no podía elegir, me sentía atado de manos, fue ahí donde el respiro de tus labios, dejando una sutil huella en mi ventana, indicaban una que otra pista para resolver el crucigrama de las decisiones, no digo que tu tenias la respuesta, pero de verdad que me ayudaste a abrir los ojos y saber esperar, reconocer que hay soles y estrellas de mar, que el Viento es mi mejor aliado, que creo en ti y así son las cosas de las distancias. Ellos hicieron el enroque primero, se alinearon en contra mía, que no debía ir a ningún lugar por indeciso e inseguro, que no merecía ser ni amanecer ni atardecer, que era demasiada regalía para mi frustrada historia, se sentaron a esperar que mis lagrimas llenaran mis manos vacías, que me secara y desapareciera,  el Viento silente tras de mi, también esperaba atento alguna resolución, casi como un escudo esperando lo peor, no me dejo llorar, me hablo al oído, me dijo unas cuantas verdades y algunas bromas acerca de los que me estaban apuntando con el dedo, sonreí.

Sonreí nuevamente pero con mas ganas, casi soltando una carcajada, el Viento menos mal que la desvió del lugar, pero el agudo oído de Dios me escuchó, blasfemó contra los dos por un buen rato, luego el Diablo lo calmó con un grave grito y el silencio inundó el lugar, se detuvo hasta la corriente del río que cruzaba el extenso valle y los pequeños pueblos adyacentes a el, todo estaba detenido, salvo los 4 y nuestra pugna. Me sentí en el Purgatorio, y no precisamente para salvarme.

Era todo gritos y discusiones entre aquellos señores, golpearon la tierra y se abrió y yo apunto de caer, se abrió el cielo y las estrellas rasguñaban mis vestiduras, no decidían donde debía ir, hubo golpes e insultos y nada. No había consenso y yo ahí pensando en arrancar, salvo por un gran detalle, el Viento cobraba una fuerza única, capaz de sacarse esa camisa de fuerza impuesta por aquellos autoproclamados dioses, se miraban las caras, se abrazaban, vivos de miedo, susurraban al oído inentendibles vocablos, se volvieron a mirar los ojos asustados y yo ahí, comenzando a sonreír, estupefactos dieron dos pasos atrás, rieron nerviosos, la decisión estaba tomada, la decisión del presente y de mi futuro.

Se cerraron las puertas de mi traje, la misa había terminado y me llevaron al cementerio.

Yo ya me había ido con el Viento y con mis palabras alimentaba sus historias.

 

 

viernes, 21 de noviembre de 2008

veintitrés minutos


La puerta seguía entre abierta, aun así miré por el cerrojo para confirmar mi presentimiento, tres perros ladraban tras de mi y yo seguía mirando por el cerrojo, esclavo de mi intuición, casi mordiendo mis pantalones y mis tobillos ellos seguían ahí, intentando despertarme, mientras miraba por la puerta entreabierta ver deslizarse la muerte.

Un segundo detiene el tiempo, y tu ahí, tratando de encontrar la respuesta en aquel espejo regalo de tu dueño, mientras dormías entre las nubes de algodón de azúcar preparadas por tu madre en aquella cocina donde cometiste el menor atrevimiento de tu vida, hablarme en voz baja para dispararme.

Recuerdo muy bien el sonido del gatillo y el olor de tus manos sudadas pidiéndome perdón, recuerdo aquel vestido negro ajustado a la cintura que apenas cubría tus rodillas, recordé que por primera y ultima vez lograste sonreír. Aquella escena continuaba en mi retina y los perros ya no jalaban, se habían llevado mis piernas y poco me importaba, no podía dejar pasar esta oportunidad de verme caer mientras el cerrojo enmarcaba perfectamente tu cuerpo y el mío.

Veintiún minutos mirándome embobada, tratando de retroceder tu vida mas no la mía, recriminando a tus cielos que el mejor de los peores errores de tu vida era conocerte, siempre supiste que el final estaba en tus manos. No era yo, sino la pistola calibre 32 que guardaba tu padre celosamente bajo el escritorio.

Me rompiste el corazón, y el agujero de la bala en mi estomago me resultaba una broma de mal gusto, una carcajada salió desde mi pecho, atravesó mi garganta y abrió fuego, volaron palomas y mariposas, los gatos al techo, el color blanco volvió a tu piel y la sangre se iba de mi perforando un  vacío en el techo, donde cabía todo el mundo menos yo, cayó la tierra, tus ángeles con mis demonios, cayó el verde de tu vestido rojo, calló el cielo y todos los míos.

Silencio. Minuto veintidós y la calma se derramaba por tus vírgenes manos. Minuto veintitrés y el sol comienza a salir entre tus cabellos mientras caminas riéndote tristemente ¡ bang ! tus dedos sudorosos de perdón detienen tu vida y ahí nos quedamos, mirándonos de frente, eternamente, sin saber que comenzamos a existir nuevamente.

Entre el umbral de mis ojos y los tuyos, dieciséis pasos para encontrar la salida de tu alma, escondida entre las sabanas quebradas de aquella piel, abandonada por tus miradas, rasgada por tu paciencia y atrevimiento.

¿donde dejaste tiradas las llaves?

¡ cerrad !

Mientras mas abra la puerta, mas hondo caeré al mar.

viernes, 7 de marzo de 2008

el fin da paso al comienzo

simplemente asi comienza esta parte de mi, no se cuento va a durar, ni menos me interesa, como esto lo manejo a mi manera, lo dejo ser i me dejo ser tambien. total no soi escritor pero me gusta enredar a la gente. de eso se trata esto. casualidades giros cambios sorpresas. son cartas abiertas.